miércoles, 4 de septiembre de 2013

“TODO POR NUESTRA IRRESPONSABLE FORMA DE EDUCAR”

“TODO POR NUESTRA IRRESPONSABLE FORMA DE EDUCAR”

Zenair Brito Caballero
Con un solo aparato como un Blackberry, un Iphone, un Nokia inteligente o un Samsung último modelo, un adolescente o un joven venezolano tienen acceso a cualquier cosa.
El mundo entero metido en una cajita portátil, donde puede saber que han muerto 1400 personas en Egipto, que las armas químicas matan población civil en Siria, que 300 toneladas de agua radiactiva cayeron al mar desde Fukushima, que el primer ministro británico niega a la prensa, supuestamente libre de ese país, la posibilidad de publicar los secretos de inteligencia filtrados por Snowden. Todo eso deberían saber y mucho más, pero no les importa y ni lo leen.
Bueno, pudiera decirse que son adolescentes o jóvenes, que a esa edad nada es distinta a la popularidad escolar, del liceo o de la universidad, el granito facial de la semana, la nueva noviecita, los videos musicales de sus cantantes favoritos en youtube o el chisme del día en el muro del Facebook o en Twitter les importa.
Mentira; no es que eso sea lo único que les importe, es que es eso lo único que les afecta; y todo por nuestra irresponsable forma de educar.
Hemos convertido la educación en un proceso de blindaje emocional y material respecto al entorno, la creación de una burbuja de saciedad que inhibe el aprendizaje y los desconecta de la realidad de su entorno. Saciados, no afectados, se hacen insensibles, inhumanos y despiadados y desde luego carecen de motivación para aprender y actuar.
Todos percibimos sus escasas habilidades sociales (empatía, solidaridad, conmiseración, humanidad, compasión y piedad) y cómodamente le echamos la culpa a la tecnología.
No, la red, la conectividad, les facilitan el conocimiento, pero padres y educadores no los involucran con la realidad, impiden artificiosamente que los afecte. Mientras puedan ir a la finca de vacaciones, la violencia rural, por ejemplo, queda encerrada en los titulares de los periódicos que nunca leen, como una realidad que existe solo ahí, donde el muchacho cree que nunca estará expuesto a un asalto o a un secuestro.
Algo hizo muy bien la formación en conservación ambiental la IV República; ahí al menos parece haber quedado algo de sensibilización, aunque no haya todavía compromiso real, ni acción.
Si del monstruoso y antiguo sistema político socialista-comunista de la extinta Unión Soviética, ni del Castro-comunismo de Cuba, ni de la China Comunista no hay memoria completa, ni conocimiento amplio, ni siquiera de todos sus actores (no solo de la guerrilla), ni de todas sus causas (no solo la supuesta maldad de unos cuantos), ni de todos sus efectos (no solo la incómoda inseguridad de algunos), ¿cómo esperamos salir del cliché simplista de lo que llaman sus seguidores Socialismo del siglo XXI  o Revolución Bolivariana?

Nuestros adolescentes y jóvenes no conocen las complejidades que fracturan la sociedad venezolana a la que pertenecen (¿sí es que pertenecen?). En materia de paz, muchos son un poco adolescentes o jóvenes, ciegos y sordos a la realidad que vivimos, por ende, desalmados, insensibles, inhumanos, crueles, inclementes y desapercibidamente pegados a las frases de la cartilla socialista-comunista con la que son ideologizados. ¿Hasta cuándo seguiremos? 

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