“TODO POR NUESTRA IRRESPONSABLE FORMA DE EDUCAR”
Zenair Brito Caballero
Con un solo aparato como
un Blackberry, un Iphone, un Nokia inteligente o un Samsung último modelo, un adolescente o un joven
venezolano tienen acceso a cualquier cosa.
El mundo entero metido
en una cajita portátil, donde puede saber que han muerto 1400 personas en
Egipto, que las armas químicas matan población civil en Siria, que 300
toneladas de agua radiactiva cayeron al mar desde Fukushima, que el primer
ministro británico niega a la prensa, supuestamente libre de ese país, la
posibilidad de publicar los secretos de inteligencia filtrados por Snowden.
Todo eso deberían saber y mucho más, pero no les importa y ni lo leen.
Bueno, pudiera decirse
que son adolescentes o jóvenes, que a esa edad nada es distinta a la
popularidad escolar, del liceo o de la universidad, el granito facial de la
semana, la nueva noviecita, los videos musicales de sus cantantes favoritos en
youtube o el chisme del día en el muro del Facebook o en Twitter les importa.
Mentira; no es que eso sea lo único que les importe, es que es eso lo
único que les afecta; y todo por nuestra irresponsable forma de educar.
Hemos convertido la
educación en un proceso de blindaje emocional y material respecto al entorno,
la creación de una burbuja de saciedad que inhibe el aprendizaje y los
desconecta de la realidad de su entorno. Saciados, no afectados, se hacen
insensibles, inhumanos y despiadados y desde luego carecen de motivación para
aprender y actuar.
Todos percibimos sus
escasas habilidades sociales (empatía, solidaridad, conmiseración, humanidad,
compasión y piedad) y cómodamente le echamos la culpa a la tecnología.
No, la red, la
conectividad, les facilitan el conocimiento, pero padres y educadores no los
involucran con la realidad, impiden artificiosamente que los afecte. Mientras
puedan ir a la finca de vacaciones, la violencia rural, por ejemplo, queda
encerrada en los titulares de los periódicos que nunca leen, como una realidad
que existe solo ahí, donde el muchacho cree que nunca estará expuesto a un
asalto o a un secuestro.
Algo hizo muy bien la
formación en conservación ambiental la IV República; ahí al menos parece haber
quedado algo de sensibilización, aunque no haya todavía compromiso real, ni
acción.
Si del monstruoso y
antiguo sistema político socialista-comunista de la extinta Unión Soviética, ni
del Castro-comunismo de Cuba, ni de la China Comunista no hay memoria completa,
ni conocimiento amplio, ni siquiera de todos sus actores (no solo de la
guerrilla), ni de todas sus causas (no solo la supuesta maldad de unos
cuantos), ni de todos sus efectos (no solo la incómoda inseguridad de algunos),
¿cómo esperamos salir del cliché simplista de lo que llaman sus seguidores
Socialismo del siglo XXI o Revolución Bolivariana?
Nuestros adolescentes y
jóvenes no conocen las complejidades que fracturan la sociedad venezolana a la
que pertenecen (¿sí es que pertenecen?). En materia de paz, muchos son un poco
adolescentes o jóvenes, ciegos y sordos a la realidad que vivimos, por ende, desalmados,
insensibles, inhumanos, crueles, inclementes y desapercibidamente pegados a las
frases de la cartilla socialista-comunista con la que son ideologizados. ¿Hasta
cuándo seguiremos?
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