domingo, 14 de julio de 2013

LA EDUCACIÓN ES UN HECHO SOCIAL TRASCENDENTE

LA EDUCACIÓN ES UN HECHO SOCIAL TRASCENDENTE

Zenair Brito Caballero


Hay poca memoria en los protagonistas del conflicto de la educación venezolana. Las escuelas y los liceos terminando el año escolar, los marchas  universitarias colgando al viento, y los alumnos ya casi de vacaciones, pintan una nueva jornada lastimosa y desafortunada.
No le sirve a nadie una sucesión de situaciones en que sabiéndose hondamente responsables, cada parte niega a la otra y le atribuye culpas. No parece que importe mucho, porque al menos la opinión pública no se ha dado por enterada del fondo del problema.

El propio gobierno socialista-comunista, a través de sus principalísimos voceros el Señor Maduro, el Profesor Calzadilla y otros, sostienen que "es natural" porque "en esta época de cierre de presupuestos siempre se apuran las exigencias". Una tranquilidad que debería afligir porque se parece a irresponsabilidad, incapacidad o ineptitud.

Y además de memorias apáticas: mentiras y más mentiras. Sostiene la titular del Ministerio de Educación, que los días de paro serán descontados a los docentes de media que protestan por mejor salario,  cuando es costumbre que al final de toda protesta, se termina canjeando el pago a cambio de alguna punta que quedó sin atar.

Sostiene el Ministro Calzadilla, que los días perdidos de clase serán recuperados, pero no explica cómo. El sabe bien que es imposible alcanzar siquiera los 180 días de clase al año en los niveles de primaria y secundaria y que las universidades planifican en cada Escuela o Facultad sus semestres o año escolar. Nadie se hace ilusiones ciertas de que ello ocurra. Anuncios vacíos, mentirosos y dirigidos a calmar críticas. 

Del lado docente el incumplimiento de compromisos asumidos por el Ministerio, pone en riesgo la credibilidad. El acuerdo firmado en su momento entre el Ministro Calzadilla y un Sindicato Único gobiernero socialista-comunista, donde aparecen profesores, empleados administrativos y obreros universitarios, sin asistencia de FAPUV, puso el acento en un aumento salarial pírrico que para los años que ya pasaron sin recibirlo, resulta insuficiente porque es solo de un 75% y pagado en 3 cuotas del 25%.

Pero como el 2014 está próximo, ahora se busca trasladar  desde septiembre que es supuestamente el segundo pago, el tercer 25% para enero de 2014, aumento repitiendo la misma promesa que ya se ha venido incumpliendo. ¿Cómo se podrá negociar ahora y en el futuro, con partes que se arrepienten de lo que firmaron? Parece el clásico " mañana se verá" con el que sistemáticamente se mueven gremios y gobierno.

Quizá si los docentes hubieran captado el mensaje que el gobierno socialista-comunista trasmitió cuando apostó a una educación “y que bien pagada”, hoy se podrían habilitar otros diálogos. Pero no se han exhibido resultados y el gobierno cree entender que se trata de un círculo vicioso eterno de reclamo de aumentos.

Así lo han dicho los propios jerarcas del gobierno, varios de los cuales fueron miembros movilizantes de los gremios de la educación en gobiernos anteriores, y compañeros de lucha política. ¿Por qué, entonces, si se ha buscado lo mismo, desde una concepción filosófica que pone a la educación como poste, unos les dicen a los otros que no dieron lo esperado? ¿Y por qué éstos, se atrincheran puertas adentro de los centros de estudio y acusan a aquellos de traidores? 

No parecen ser las ocupaciones y los griteríos, la manera más útil de demostrar la razón. Y tampoco parece sano hacer anuncios desde lo alto de la administración gubernamental sólo para manipular a los profesores de las universidades públicas no gobierneras, con la amenaza de descuentos de sueldos o de fijación de jornada especiales de clase para recuperar los del paro.

Se gana poco con actitudes así. Se pierde en cambio la oportunidad de creer en el otro, de demostrar que la seriedad rige cada acto, y que formar futuro no es una ciencia improvisada. Creo como docente titular universitaria de muchos años, que la educación es un hecho social trascendente por el que un grupo humano trasmite a las generaciones que le suceden su cultura y sus ideales, y merece por su alto nivel académico un salario justo según las normas de homologación. 




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