LA EDUCACIÓN ES UN HECHO SOCIAL TRASCENDENTE
Zenair Brito Caballero
Hay poca memoria en los protagonistas del
conflicto de la educación venezolana. Las escuelas y los liceos terminando el
año escolar, los marchas universitarias colgando
al viento, y los alumnos ya casi de vacaciones, pintan una nueva jornada
lastimosa y desafortunada.
No le sirve a nadie una sucesión de situaciones
en que sabiéndose hondamente responsables, cada parte niega a la otra y le
atribuye culpas. No parece que importe mucho, porque al menos la opinión
pública no se ha dado por enterada del fondo del problema.
El propio gobierno socialista-comunista, a
través de sus principalísimos voceros el Señor Maduro, el Profesor Calzadilla y
otros, sostienen que "es natural" porque "en esta época de
cierre de presupuestos siempre se apuran las exigencias". Una tranquilidad
que debería afligir porque se parece a irresponsabilidad, incapacidad o
ineptitud.
Y además de memorias apáticas: mentiras y más
mentiras. Sostiene la titular del Ministerio de Educación, que los días de paro
serán descontados a los docentes de media que protestan por mejor salario, cuando es costumbre que al final de toda
protesta, se termina canjeando el pago a cambio de alguna punta que quedó sin
atar.
Sostiene el Ministro Calzadilla, que los días
perdidos de clase serán recuperados, pero no explica cómo. El sabe bien que es
imposible alcanzar siquiera los 180 días de clase al año en los niveles de
primaria y secundaria y que las universidades planifican en cada Escuela o
Facultad sus semestres o año escolar. Nadie se hace ilusiones ciertas de que
ello ocurra. Anuncios vacíos, mentirosos y dirigidos a calmar críticas.
Del lado docente el incumplimiento de
compromisos asumidos por el Ministerio, pone en riesgo la credibilidad. El
acuerdo firmado en su momento entre el Ministro Calzadilla y un Sindicato Único
gobiernero socialista-comunista, donde aparecen profesores, empleados
administrativos y obreros universitarios, sin asistencia de FAPUV, puso el
acento en un aumento salarial pírrico que para los años que ya pasaron sin
recibirlo, resulta insuficiente porque es solo de un 75% y pagado en 3 cuotas
del 25%.
Pero como el 2014 está próximo, ahora se busca
trasladar desde septiembre que es
supuestamente el segundo pago, el tercer 25% para enero de 2014, aumento
repitiendo la misma promesa que ya se ha venido incumpliendo. ¿Cómo se podrá
negociar ahora y en el futuro, con partes que se arrepienten de lo que
firmaron? Parece el clásico " mañana se verá" con el que
sistemáticamente se mueven gremios y gobierno.
Quizá si los docentes hubieran captado el
mensaje que el gobierno socialista-comunista trasmitió cuando apostó a una
educación “y que bien pagada”, hoy se podrían habilitar otros diálogos. Pero no
se han exhibido resultados y el gobierno cree entender que se trata de un
círculo vicioso eterno de reclamo de aumentos.
Así lo han dicho los propios jerarcas del
gobierno, varios de los cuales fueron miembros movilizantes de los gremios de
la educación en gobiernos anteriores, y compañeros de lucha política. ¿Por qué,
entonces, si se ha buscado lo mismo, desde una concepción filosófica que pone a
la educación como poste, unos les dicen a los otros que no dieron lo esperado?
¿Y por qué éstos, se atrincheran puertas adentro de los centros de estudio y
acusan a aquellos de traidores?
No parecen ser las ocupaciones y los griteríos,
la manera más útil de demostrar la razón. Y tampoco parece sano hacer anuncios
desde lo alto de la administración gubernamental sólo para manipular a los
profesores de las universidades públicas no gobierneras, con la amenaza de
descuentos de sueldos o de fijación de jornada especiales de clase para
recuperar los del paro.
Se gana poco con actitudes así. Se pierde en
cambio la oportunidad de creer en el otro, de demostrar que la seriedad rige
cada acto, y que formar futuro no es una ciencia improvisada. Creo como docente
titular universitaria de muchos años, que la educación es un hecho social
trascendente por el que un grupo humano trasmite a las generaciones que le suceden
su cultura y sus ideales, y merece por su alto nivel académico un salario justo
según las normas de homologación.
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