“LA
EDUCACIÓN DEBE SER LA PRIMERA PRIORIDAD”
Zenair
Brito Caballero
La lista de obligaciones
del nuevo gobierno venezolano y que socialista-comunista se va haciendo cada
vez más larga. En materia de economía y política en general hay mucho por hacer
porque desgraciadamente Venezuela sufre de alta inflación, desabastecimiento,
carestía, penuria y escasez, y la política
es la de la farsa, la mentira, el abuso y la disidencia. Pero en esa
extensa lista hay una en especial que no puede seguir relegada dado que sus
efectos, en caso de implementarse un verdadero cambio transformador, serán
sumamente positivos para la sociedad, y en corto plazo. La misma se refiere al
tema educativo.
Al gobierno y a los
Ministerios de Educación, no pareciera
interesarle para nada el tema educativo, pues se niegan a escuchar o a dialogar
con los gremios docentes sobre presupuesto y aumento salarial de maestros,
profesores y docentes universitarios, mientras se observa un despilfarro
intolerable de recursos, tanto humanos como técnicos en otras áreas, y altos aumentos,
excelentes beneficios solo para los militares.
Si hay una reforma que el
Gobierno puede hacer, la misma consiste en cortar de una vez por todas con el
principal obstáculo con el que tropieza la educación venezolana: el propio
ministerio del ramo y sus políticas educativas.
El sistema educativo
venezolano se alimenta de varias suposiciones que desalientan la creación del
capital humano, sinónimo de capacitación, de manera que nuestros jóvenes
accedan a un puesto laboral con las debidas destrezas. Para lograrlo, sin
embargo, los dos Ministerios de Educación deben cambiar sustancialmente su
preeminencia en la educación.
Pienso que los dos
Ministerios Educativos venezolanos han
fracasado y lo seguirán haciendo mientras continúe la estructura que le sirve
de soporte y la política que los dirige. En la misma era del conocimiento esto
es intolerable. En el país, unos miles de
niños y jóvenes no ingresan a las escuelas, liceos o universidades y no
siguen sus estudios debido a los escasos ingresos de sus familias a pesar de la
existencia de las llamadas Misiones educativas.
El primer paso que debemos
dar, en consecuencia, no está en sacar al Estado de un plumazo del tema
educativo, aunque admito que es lo que me gustaría. Por una cuestión de simple
operatividad, más bien el paso correcto consiste en que el Estado pague a las
familias por la educación de los niños y jóvenes más pobres, pero que ya no se
dedique a proveer educación, lo que es muy diferente.
Esta idea se origina en
una exitosa propuesta del educador Milton Friedman, la cual consiste en que
siendo la educación un bien apreciado en el mundo del conocimiento, el dinero
debería, por tanto, ser entregado a las familias para que estas elijan a qué
escuelas y colegios enviar a sus hijos.
Para Friedman los cheques
escolares deben ser entregados a las familias que los depositan en los colegios
y escuelas de su elección. Una vez depositados estos cheques en el colegio o
escuela elegida, estas instituciones educativas nuevamente entregan los cheques
a favor del Estado a cambio del dinero asignado.
De esta manera se van
dando una serie de efectos positivos. El Estado no se desentiende del tema
educativo, dado que garantiza el pago de la educación a las familias de escasos
recursos; las familias eligen la mejor educación para sus hijos y, en especial,
surge una sana competencia entre los diferentes colegios que hacen lo mejor en
construir y mantener una infraestructura acorde con el servicio y en contratar
a los mejores docentes para así contar con la elección de los padres.
¿Quiénes son mejores para
elegir dónde destinar el dinero en las diferentes escuelas y colegios donde
asisten los niños y jóvenes? La respuesta como se ha visto en todos estos años
no está precisamente en el Ministerio de Educación, ni en la burocracia que la
rodea, ni en sus direcciones que no hacen más que desalentar la creatividad, la
eficiencia y el mérito, condiciones precisamente que exigen la calidad
educativa.
El nuevo gobierno recién llegado al poder, debería enfrentar con
determinación la realidad de la educación en el país. Es tiempo del subsidio
escolar. Esto sería apenas el comienzo, puesto que será un instrumento útil y
eficiente para iniciar un amplio debate sobre el actual modelo educativo, el cual
debe cambiar por uno de calidad y con formación de valores democráticos y no de
ideologización a la cubana socialista-comunista.
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