jueves, 9 de mayo de 2013

“EL PROBLEMA DEL ODIO ES DEL QUE ODIA”


“EL PROBLEMA DEL ODIO ES DEL QUE ODIA”

Zenair Brito Caballero

Hoy como psicóloga, he querido referirme a este tema que está acabando la psiquis de muchos venezolanos. 
Esta conducta es definida por cualquier diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como el aborrecimiento o la antipatía que se experimenta hacia una persona que no piensa como el otro.
Podríamos agregarle que ese comportamiento es extensivo a otras situaciones que se presentan en el medio, cuando en términos de sociedad alguien ejerce un liderazgo político como presidente, ministro, diputado, presidente de la Asamblea Nacional, etc., que una gran proporción de ciudadanos acólitos acatan y ese dirigente para conseguir sus propósitos, incuba el odio en el pueblo como mecanismo de ejercicio de poder, y desgraciadamente es lo que está ocurriendo en Venezuela. 
En estas condiciones referidas y emponzoñadas desde hace 14 años por el gobierno revolucionario del difunto Chávez, por la ideologización socialista-comunista a la cubana, la comunidad nacional, regional o municipal venezolana está en grave riesgo, y lo está, porque lo anterior trae aparejado conductas que pueden derivar o ya están derivando, como reacción a los que se odian como lo ocurrido en la Asamblea Nacional, en actitudes intolerantes, criminales o de destrucción que se identifican con la sentencia por todos conocida: divide y reinarás.
Los pueblos que hacen parte de esta región latinoamericana llamada Venezuela, para infortunio de los que en ella convivimos, adolecen de una cadena de necesidades vitales insatisfechas, aplazadas durante  14 años de la llamada Revolución socialista-comunista del extinto Comandante y frente a las cuales no se vislumbran soluciones, al menos de manera mediata, por el ya conocido fraude del pasado 14 de abril, donde en menos que cante un gallo, la Sra. Tibisay Lucena proclamó como Presidente de Venezuela a Nicolás Maduro.
Pero el remedio a tantos males atrasados no puede ser la destrucción de lo que no se ha hecho, como son las bases de una sociedad tolerante y democrática, por más que esos cimientos, la historia los identifique con las personas a quienes no se quiere o se desea apartar del camino. Como alguien advirtió hace algún tiempo: el líder debe tener bien claro que una cosa es que se le endilgue que partió la historia en dos, y otra, a la sociedad en dos.
No olvidemos nunca estimados lectores que las pasiones, los afectos y el temperamento contemporáneos nos muestran un ciudadano continental radicalmente distinto al venezolano de hace casi un decenio y medio.
La herencia de comunidad y solidaridad que legaron nuestros próceres de verdad como Bolívar, Páez, Antonio José de Sucre, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Rodríguez y tantos otros,  a este país, se ha venido desmoronando paulatinamente, pues el estilo para imponer políticas de gobierno socialista-comunista o cambios sustanciales, es al unísono, la fuerza, el poderío y el odio.
El tema del odio se ha incubado de tal manera entre las personas seguidoras al régimen que dice que gobierna en circunstancias cotidianas, que traigamos a colación el simple hecho de querer arreglar una controversia cualquiera. Para solucionarla hay que dejar a un lado el odio, porque quien lo patrocina procura su ruina, pero antes de eso, busca la ruina de los demás.
Debemos tratar de derrotar el argumento de Voltaire cuando afirmaba que “los hombres son como los perros rabiosos: no se les puede hacer el bien, sin correr el riesgo de que nos muerdan”. El problema del odio, es del que odia y debemos eliminarlo de nuestros corazones y de la sociedad venezolana si queremos vivir en paz. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario