“DEGENERACIÒN MORAL”
Zenair Brito Caballero
Crea en usted, en
sus sueños, en sus ideales. No permita que la injerencia extraña afecte su
buena disposición por trabajar en pos de un ideal sano y pertinente. Tenga
claro que siempre hay gente, enemiga del éxito, pendiente de la más mínima
oportunidad por manosear los buenos procesos pero de igual manera, nunca falta
el ser humano valiente y leal que está presto a defender lo valioso.
La historia está llena de anécdotas similares en las que se nos cuentan
pasajes a través de los cuales la envidia, la ambición o la simple mediocridad
humana han sido desencadenantes de grandes tragedias. No recuerdo un solo
episodio importante, en la tradición, en el que no haya existido mínimo un
individuo presto a atravesarse, desconocer e intentar dañar procesos de mucho
tiempo de construcción.
Por eso cuando se trabaja, con vocación de servicio, anteponiendo el
bien común y desechando otro tipo de intereses, si ellos son talanquera para el
éxito y la transparencia, no es bueno esperar reconocimientos de nadie. Lo que
de verdad importa es lograr hacer bien las cosas y de esa manera disfrutar de
la paz que nadie vende, compra o regala por ahí: la sensación de tranquilidad
generada por una voz interior que actúa como censor inalterable y que en mi
época de niña me enseñaron que se le conocía como la voz de la conciencia.
Creo que todavía se llama así. La experiencia nos muestra como hay
personas que, desconociendo las tradiciones, la historia, los legados y los
principios que motivaron el desarrollo de una gran misión, a través de mucho
tiempo, intentan arrasar sin piedad, sin la más mínima consideración y con toda
una batería de agresividad, al estilo de las peores hordas. Son personajes que
llegan apoyados e incitados subterráneamente y hacen el papel de tontos útiles;
la verdad es que consiguen hacer mucho daño, lo cual los tiene sin cuidado pues
la pertenencia y el amor son valores que no importan y por consiguiente no
ostentan.
La decadencia moral existe, está a la orden del día y es otra forma de
violencia muy común, pero que se ha incrementado desde que en este gobierno
revolucionario pareciera haberse abolido al máximo los elementos que
garantizaban la protección de las costumbres buenas y los sanos principios, donde
la permisividad se volvió derecho y todo lo que defienda esas cosas buenas que
tanto ha costado construir, es calificado de posición “aristocrática o
pitiyanqui”.
Ya el estudiante no respeta al maestro o profesor, cualquiera que medio
ostenta poder se cree Dios, los padres no saben qué hacer para educar sin
apoyo; los drogadictos están ejerciendo su “derecho al libre desarrollo de la
personalidad” mientras los jíbaros, los mafiosos y narcos ejercen su “libre
derecho al trabajo”, a costa de la salud de todos, la moral pública y la paz.
Cualquier persona llena de títulos y sin pizca de altura, decencia o
consideración, intenta volver asunto académico su sociopatía. Formas de
degeneración moral, decadencia humana y despreciable ambición que, cueste lo que
cueste, hay que combatir antes de que se nos termine de desmoronar lo que queda
de nuestra sociedad venezolana y pasemos a la historia como cobardes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario