viernes, 15 de marzo de 2013

¿CUÁL ES EL FUTURO DE LOS VENEZOLANOS?


¿CUÁL ES EL FUTURO DE LOS VENEZOLANOS?
Zenair Brito Caballero
En Venezuela, nos estamos adiestrando a que lo anormal y lo corrupto sean lo normal y lo aceptado. Es tan pobre la formación sociopolítica de los venezolanos, que somos testigos cotidianos de graves distorsiones de lo político y seguimos como espectadores pasivos, el lamentable espectáculo de unos procedimientos y estilos del llamado socialismo-comunismo que confunden política con simple lucha por el poder.
La política es ciencia y gestión del bien común. El poder está en el pueblo que es soberano y lo ejerce por medio del sufragio, eligiendo a quienes considera que van a dedicarse a trabajar para el bien de toda la ciudadanía.
Hace tiempo que el gobierno no trabaja para el bien común, sino para el bien de sus partidarios. Si los jerarcas socialistas-comunistas del poder trabajaran para el bien común el país no tendría tantos ciudadanos empobrecidos, casi la mitad de la población, todos los ciudadanos tendrían vivienda, todos recibirían una educación de calidad y todos tendrían atención para su salud y encontrarían trabajo, nadie tendría que emigrar. El país cuenta con recursos petroleros y recaudos de impuestos del SENIAT sobrados para ello. Una justa distribución y participación en la riqueza lo haría posible.
Si los políticos rojos-rojitos trabajaran para el bien común, hace tiempo (14 años) que la mayoría de nuestras rutas estarían asfaltadas, los puentes no se hundirían, las calles estarían bien pavimentadas y bien iluminadas, los buses o busetas serían decentes, no explotarían a los pasajeros con pésimos servicios ni largarían veneno por sus tubos de escape para intoxicar a los ciudadanos, tendríamos seguridad para salir a la calle a cualquier hora sin temor a ser asaltados, atracados o asesinados, todos los policías serían honestos y fieles a su profesión.
Si los políticos rojos-rojitos que nos gobiernan trabajaran para el bien común el lago de Maracaibo y el de Valencia estarían vivos y serían transparentes, lugar de encuentro para el placer de sus playas y el deporte, nuestros arroyos correrían limpios sembrando vida, fecundando tierras, llenando nuestros ríos.
Si los políticos rojos-rojitos en situación de gobierno trabajaran para el bien común nuestros niños, adolescentes y jóvenes no serían acosados por criminales vendedores de drogas, porque en vez de ser cómplices del narcotráfico y de la producción de drogas, los políticos chavistas o pesuvistas con poder hace tiempo habrían extirpado esta lacra mortal de nuestro país.
La pasividad ciudadana de los venezolanos ante la distorsión y la corrupción política no es un simple delito de omisión, es también un delito de negligencia e irresponsabilidad ciudadana. La historia y los nietos nos van a juzgar muy severamente, porque dejamos que se destruya el país poco a poco, que se desequilibre la sociedad cada vez más y más y estamos reaccionando como si todo estuviera bien y nada tuviéramos que hacer personal y socialmente.
El problema no es solo de los políticos que acceden a poderes de Gobierno. La basura que los vecinos tiran al arroyo, los buses chatarras que contaminan nuestras calles, las fábricas que han destruido (el lago de Valencia) no son obras del Gobierno, son barbaridades de ciudadanos que no respetan los recursos y bienes del país.
Por lo visto todavía seguimos con estructuras mentales y hábitos culturales propios de los pueblos nómadas, que conciben la naturaleza como espacio para depredar, en vez de oportunidad para producir y desarrollar la naturaleza.
La cultura depredatoria no se manifiesta solamente en la expoliación de la naturaleza, igual se ceba en el Estado. La mayoría de los ciudadanos venezolanos quiere vivir a costa del Estado. El fallecido presidente Chávez, como los anteriores, prometió reducir el número de funcionarios públicos y lo que hizo fue multiplicarlos.
Los candidatos presidenciales, como los nuevos intendentes y gobernadores, como los ministros y directores de instituciones del Estado suman y suman sus propios funcionarios, acrecentando el número de personas que viven a costa de lo que los ciudadanos aportamos para el desarrollo del país. El sueño de muchos amigos y seguidores de los presidenciables es recibir un cargo en la administración pública para vivir del Estado.
Es cierto que la educación cívica y ética que ofrecemos a los escolares y universitarios es elemental e insuficiente. Pero aunque fuera perfecta, la verdad es que la sociedad destruye escandalosamente el trabajo de los educadores. En este momento no sé cuántas instituciones públicas están defendiendo realmente el bien común. ¿Cuál es el futuro de los venezolanos? No al socialismo-comunismo y si a una verdadera democracia honesta y progresista apegada a la verdad y no a la mentira. britozenair@gmail.com

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