¡NIÑOS
DE LA CALLE O NIÑOS DE LA PATRIA!
Zenair
Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Día
tras día, se niega a los niños venezolanos el derecho a ser niños. La sociedad,
trata a los niños ricos como si fueran dinero…. trata a los niños pobres como
si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio…. Que no
son ricos ni pobres, los tiene sentados frente del televisor, para que….
Acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte
tienen los niños que consiguen ser niños.
En
estas próximas fiestas de Nochebuena y fin de año, los niños son el centro de
atención. Los aguinaldos se reparten en la Nochebuena o en el Día de Reyes,
entre los niños privilegiados, esos a los que les es permitido ser niños y
vivir una infancia normal aunque afectados por una sociedad que a través de los
medios de comunicación incuba en ellos ideas y principios que no siempre se
corresponden con sus intereses ni con sus deseos.
Son
los niños para los cuales hay derechos, atención familiar, hogar, afecto, cuidados,
escuelas y diversiones. En el mundo desarrollado, la inmensa mayoría de los
niños goza de una infancia feliz, para ellos hay todas las preferencias,
ejercen plenamente sus derechos y hay protección estatal.
La
sociedad es vigilante del bienestar de los niños. La escuela está planeada en
función de los alumnos, allí les está garantizada una buena educación, en
excelente condiciones, sin distingos de pertenencia social ni económica.
Hay unas únicas escuelas estatales, iguales para todos, nacionales y
extranjeros.
Desde
la guardería, los niños aprenden a compartir y a convivir en medio de las
diferencias, se entrenan en el manejo y solución de los pequeños conflictos de
su entorno y de todo eso resultan unos adultos que aprecian la armonía,
valoran la paz y saben vivir en sociedad. Desafortunadamente, no todos
los niños del mundo tienen una infancia aceptable. La pobreza de millones de
familias, la falta de educación y ciertos patrones culturales obligan a
muchísimos niños a asumir, desde edades muy tempranas, compromisos propios de
adultos.
En
el mundo hay 215 millones de niños -entre 5 y 17 años-
trabajadores, y de estos, 115 millones realizan trabajos peligrosos, en
la minería, la pesca y actividades ilícitas. En Latinoamérica hay una
población infantil de 145 millones, de los cuales 14 millones son niños
trabajadores.
Muchas
niñas son servidoras domésticas, el 40% de ellas no reciben salario. En
América Central, unos 2 millones de jóvenes trabajan para atender su
propio sustento y/o para ayudar a su familia. Sus jornadas se extienden por 10
y más horas; muchos son vendedores callejeros sin protección alguna, sin
salario fijo, sin atención en salud.
Un
10% de los niños trabajadores son víctimas del comercio sexual e inducidos a la
prostitución. Es decir, con el trabajo infantil se conservan y se reproducen
muchas formas de esclavitud. En Venezuela, donde el 41.5% de la población es
menor de edad, hay una amplia población infantil afectada por
múltiples problemas: unos 2.8 millones son niños trabajadores, muchos de
ellos sin acceso a la escuela.
Cada
año, cerca de 14 mil niños son víctimas de delitos sexuales, unos 400 mil niños
sufren maltratos en el hogar, en el vecindario y en la escuela; unos 15
mil niños son reclutados por personas de mal vivir; en promedio mueren 6 niños
cada día por causas violentas.
En
un ambiente así, los niños son aún más vulnerables y presa fácil de
delincuentes mayores que los inducen al delito. Cerca de 18 mil adolescentes
son denunciados anualmente por cometer delitos penales. Si bien existen
instituciones como la LOPNA que se ocupan de la defensa y protección de los
niños Y adolescentes, falta aún muchísimo por atender, pues en la mayoría
de los casos los servicios del estado tienden a aliviar los efectos y las
consecuencias de las anomalías, más que a eliminar las causas que los provocan.
El
país está lejos de resolver el drama de la pobreza que es la primera causa del
trabajo infantil. Los recursos estatales, que debieran destinarse a ello, se
canalizan hacia la compra de armamento bélico. La paz aún no es prioridad.
La responsabilidad de atención a los niños corresponde en primer lugar a la familia, pero también a la sociedad y al Estado. Existen herramientas legales que definen bien las obligaciones y deberes del Estado con su población infantil. En 1959, la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, y en 1989 se acordó la Convención de los Derechos del Niño que rige actualmente y a la cual Venezuela se adhirió.
Se
han firmado además varios Tratados Internacionales. La Constitución
venezolana, ordena la prevalencia de los derechos del niño sobre los demás y
establece que “la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación
de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral
y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la
autoridad competente su cumplimiento y la sanción de los infractores”.
Hay
miles de niños venezolanos que se mueren de hambre o como consecuencias de su
malnutrición. Esta realidad debería golpear la conciencia de todos y por
supuesto del Gobierno, obligado a proteger y defender a los niños del maltrato,
la discriminación, los abusos y todo lo que le impida nacer, crecer y
desarrollarse en un ambiente y en unas condiciones normales. Sólo así es
posible construir futuro.
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