“TRANSMITA FELICIDAD A SUS HIJOS SEA POSITIVO Y NO NEGATIVO”
Zenair Brito Caballero
El ser humano tiene dentro de sí mismo la capacidad
para ser completamente feliz o terriblemente infeliz. Esa capacidad se
desarrolla sobre la marcha dependiendo de la actitud que se tenga para afrontar
los obstáculos que se aparezcan en el camino, y de la influencia que tengamos
de la familia, la escuela, los amigos, y el ambiente en que nos desarrollemos.
Pero ¿qué sucede en la familia? Pues que los padres
siempre se están quejando, “que todo sube de precio, que el dinero no alcanza
para nada, que los niños se portan mal, que los abuelos se enferman, que los
negocios no caminan, que si llegó tarde o temprano, en fin, a todo siempre le
ven únicamente el lado negativo. O lo que es lo mismo: mala actitud.
Por qué mejor no ve todo más positivamente y en lugar
de quejarse de las enormes trancas en las carreteras agradezca a Dios que tiene
un automóvil en que desplazarse, o en lugar de afligirse por las goteras que se
meten en su casa, dele gracias por tener donde vivir. Aplique la filosofía de
Abraham Lincoln: “Casi todas las personas son tan felices como deciden serlo” y
verá un cambio muy positivo en su vida y en la forma de comportarse.
¿Saben ustedes
quienes son los más afectados con la negatividad de los padres? Sin duda alguna
que sus hijos, porque les trasmiten esos impulsos y los “obligan” a absorber
toda la basura que ustedes acumulan durante las largas jornadas de trabajo
pues, cuando llegan a la casa, en vez de un “¿cómo les fue hoy en la escuela?”,
o “¡qué dicha que llego temprano, para conversar un rato con ustedes!”, lo que
sale de sus bocas es: “Eres un burro, inútil, atarantado, no sirves para nada,
lo hiciste todo mal”, y otra serie de barbaridades, y los pobres niños ni saben
qué está ocurriendo.
Entonces ¿qué podemos esperar del futuro de estos
muchachos sometidos a tanto insulto? ¡Perdone amigo y amiga lectora, pero
ninguna persona cuerda puede pretender que una mata de frijol produzca peras!
Ellos, sus hijos e hijas son el reflejo de lo que
ustedes los padres le enseñan, de lo que absorbieron durante su proceso de
formación familiar, por eso lo que son -para bien o para mal- es culpa suya.
Papás y mamás, nuestras frustraciones no debemos
transmitírselas a los niños, ellos son, y deben estar, completamente ajenos a
los problemas graves, solo así crecerán con mentalidad positiva. Riamos con
ellos, juguemos, estimulémosles para que tengan confianza en cada cosa que
hagan.
¿Y qué pasa en la escuela y en el liceo? Algo muy
parecido: muchos malos maestros o profesores se “alían” con los padres de
familia para enfrentar a los estudiantes con groserías, y en vez de ayudarlos a
desarrollarse los hacen sentir mal, hieren su autoestima, y los convierten en
rebeldes.
¿Por qué todo debe ser bajo amenazas?, ¿por qué tanta
agresión psicológica? Algunos educadores en vez de estar “con” los estudiantes,
la cual debería ser su actitud permanente, más bien están “en su contra”, al
ataque, más que a la defensiva, para mantener una mal entendida disciplina.
En lugar de estimular se vigila en busca de un mal
comportamiento para señalarlo. Al final, sin apoyo en su casa ni en el centro
de estudios, con la moral baja y la autoestima aún en peor condición, la
frustración se apodera de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, y la
familia y los educadores los convierten en desdichados.
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