SEGURIDAD SOCIAL, DIÀLOGO Y
CONCERTACIÒN
Zenair Brito Caballero
(britozenair@,gmail.com)
Estamos
viviendo en Venezuela una situación bien delicada y muy difícil, la cual ha
adquirido visos de abierta confrontación, donde los venezolanos transitamos
tiempos complicados y espinosos, con una dura situación política, económica y
social, signada por la corrupción, la delincuencia y la violencia verbal y
física, que tanta sangre y dolor cuesta a nuestros compatriotas, especialmente
a los más desprotegidos.
En medio
de un conflicto entre los Poderes del Estado a partir, sobre todo, de polémicas
resoluciones y decretos de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, de la Asamblea Nacional y de las 11 Leyes redactadas por el
comandante respectivamente vía habilitante antes que ésta finalizara.
Conflictos,
al margen de quién tiene la razón jurídica, ponen en peligro nuestro frágil y
deleznable sistema democrático llamado revolucionario socialista-comunista, el
cual estremece la estabilidad y el funcionamiento de las instituciones,
obstaculiza la búsqueda de soluciones a la problemática nacional (violencia
física y social, marginación y desempleo, pobreza extrema y deterioro
ecológico), y crea un clima de incertidumbre en la población que para nada
favorece la unidad y concertación que debe privar en estos tiempos duros pero
también llenos de esperanza.
Estremecido
como frágil lancha en un mar impetuoso, padeciendo tal conflicto se encuentra
el pueblo venezolano y sus aspiraciones, deseos y esperanzas de cambio y
desarrollo espiritual y material. Aspiraciones que por influencia mediática, se
ven relegadas a un segundo plano, y limita a la ciudadanía, a la gente que vive
su tragedia diaria, al papel de simple espectador, que impotente mira y lamenta
el deterioro de nuestra ya golpeada y abofeteada democracia venezolana.
De no
resolverse el conflicto de poderes al más corto plazo posible, el país se verá
en una pendiente irracional, cuyos costos políticos y sociales en general,
podrían ser equiparables, con sus propios matices, a los de un conflicto social
extremo. Debemos anteponer a todo interés político o personal la cordura, que
debería expresarse en la búsqueda de soluciones concertadas en base al diálogo
transparente y honrado, para superar las contradicciones surgidas entre los
cinco poderes, con pleno respeto al estado de derecho.
El
diseño del Estado venezolano, comprende la existencia de cinco Poderes con
funciones distintivas (ejecutivo, legislativo,
judicial, moral y electoral), que definen el carácter de nuestra
democracia, aun insuficiente y circunscrita a la representatividad.
La
armonía social, así como el estado de derecho se basa en la correcta y
respetuosa relación y equilibrio entre ellos: deben ser capaces de encontrar un
punto de equilibrio que conjugue la justicia con el derecho; los intereses
estratégicos del país, con las necesidades inmediatas y más sentidas del pueblo
venezolano.
La
polarización ideológica y política no tiene razón de ser, pero es lo que ha
querido el comandante. “Venezolanos somos todos y todas, y como tales, pese a
las diferencias de pensamiento que legítimamente promulga cada uno,
constituimos un solo cuerpo social y compartimos, como nación, un destino común”.
En ese sentido, los partidos políticos de todos los signos y colores, están
llamados a ser servidores del pueblo y facilitadores de su unidad, verdadero
motor de cambio y desarrollo.
Y si
la zozobra en que nos encontramos hace parecer al mundo vacío y desolado,
cuando por los cuatro rumbos se escuchan clamores y los paradigmas parecen
derrumbados, es imperativo que recordemos que el más grande paradigma y el
mayor ejemplo a seguir es el de quien entregó su vida en la cruz para salvación
de la humanidad: Jesús Misericordioso que es, hoy como ayer y como siempre, el ejemplo
de humildad, solidaridad y amor a los más débiles que todos y todas debemos
seguir.
Con
tal espíritu, insisto en la necesidad de promover un diálogo nacional que
aborde de manera integral la actual realidad social de Venezuela, y proyectos y
soluciones viables, concertadas entre todos los sectores de la vida pública
nacional.
Una
sociedad nueva y una Venezuela nueva, son posibles si nos montamos en el
autobús del Progreso. Sólo con el esfuerzo de todos, mujeres y hombres,
creyentes y no creyentes, pobres y ricos, viejos y jóvenes, fuertes y débiles,
podremos sacar a nuestro país adelante, y extraer nuestras vidas de las
profundidades desoladas y atemorizadas en las que nos tienen la delincuencia,
la corrupción y la violencia, pero también los conflictos emanados del
socialismo-comunismo que atentan contra la estabilidad del país. Hay un camino
y es el DEL PROGRESO.
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