martes, 19 de junio de 2012

SEGURIDAD SOCIAL, DIÀLOGO Y CONCERTACIÒN


SEGURIDAD SOCIAL, DIÀLOGO Y CONCERTACIÒN
Zenair Brito Caballero (britozenair@,gmail.com)
Estamos viviendo en Venezuela una situación bien delicada y muy difícil, la cual ha adquirido visos de abierta confrontación, donde los venezolanos transitamos tiempos complicados y espinosos, con una dura situación política, económica y social, signada por la corrupción, la delincuencia y la violencia verbal y física, que tanta sangre y dolor cuesta a nuestros compatriotas, especialmente a los más desprotegidos.
En medio de un conflicto entre los Poderes del Estado a partir, sobre todo, de polémicas resoluciones y decretos de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de la Asamblea Nacional y de las 11 Leyes redactadas por el comandante respectivamente vía habilitante antes que ésta finalizara.
Conflictos, al margen de quién tiene la razón jurídica, ponen en peligro nuestro frágil y deleznable sistema democrático llamado revolucionario socialista-comunista, el cual estremece la estabilidad y el funcionamiento de las instituciones, obstaculiza la búsqueda de soluciones a la problemática nacional (violencia física y social, marginación y desempleo, pobreza extrema y deterioro ecológico), y crea un clima de incertidumbre en la población que para nada favorece la unidad y concertación que debe privar en estos tiempos duros pero también llenos de esperanza.
Estremecido como frágil lancha en un mar impetuoso, padeciendo tal conflicto se encuentra el pueblo venezolano y sus aspiraciones, deseos y esperanzas de cambio y desarrollo espiritual y material. Aspiraciones que por influencia mediática, se ven relegadas a un segundo plano, y limita a la ciudadanía, a la gente que vive su tragedia diaria, al papel de simple espectador, que impotente mira y lamenta el deterioro de nuestra ya golpeada y abofeteada democracia venezolana.
De no resolverse el conflicto de poderes al más corto plazo posible, el país se verá en una pendiente irracional, cuyos costos políticos y sociales en general, podrían ser equiparables, con sus propios matices, a los de un conflicto social extremo. Debemos anteponer a todo interés político o personal la cordura, que debería expresarse en la búsqueda de soluciones concertadas en base al diálogo transparente y honrado, para superar las contradicciones surgidas entre los cinco poderes, con pleno respeto al estado de derecho.
El diseño del Estado venezolano, comprende la existencia de cinco Poderes con funciones distintivas (ejecutivo, legislativo,  judicial, moral y electoral), que definen el carácter de nuestra democracia, aun insuficiente y circunscrita a la representatividad.
La armonía social, así como el estado de derecho se basa en la correcta y respetuosa relación y equilibrio entre ellos: deben ser capaces de encontrar un punto de equilibrio que conjugue la justicia con el derecho; los intereses estratégicos del país, con las necesidades inmediatas y más sentidas del pueblo venezolano.
La polarización ideológica y política no tiene razón de ser, pero es lo que ha querido el comandante. “Venezolanos somos todos y todas, y como tales, pese a las diferencias de pensamiento que legítimamente promulga cada uno, constituimos un solo cuerpo social y compartimos, como nación, un destino común”. En ese sentido, los partidos políticos de todos los signos y colores, están llamados a ser servidores del pueblo y facilitadores de su unidad, verdadero motor de cambio y desarrollo.
Y si la zozobra en que nos encontramos hace parecer al mundo vacío y desolado, cuando por los cuatro rumbos se escuchan clamores y los paradigmas parecen derrumbados, es imperativo que recordemos que el más grande paradigma y el mayor ejemplo a seguir es el de quien entregó su vida en la cruz para salvación de la humanidad: Jesús Misericordioso que  es, hoy como ayer y como siempre, el ejemplo de humildad, solidaridad y amor a los más débiles que todos y todas debemos seguir.
Con tal espíritu, insisto en la necesidad de promover un diálogo nacional que aborde de manera integral la actual realidad social de Venezuela, y proyectos y soluciones viables, concertadas entre todos los sectores de la vida pública nacional.
Una sociedad nueva y una Venezuela nueva, son posibles si nos montamos en el autobús del Progreso. Sólo con el esfuerzo de todos, mujeres y hombres, creyentes y no creyentes, pobres y ricos, viejos y jóvenes, fuertes y débiles, podremos sacar a nuestro país adelante, y extraer nuestras vidas de las profundidades desoladas y atemorizadas en las que nos tienen la delincuencia, la corrupción y la violencia, pero también los conflictos emanados del socialismo-comunismo que atentan contra la estabilidad del país. Hay un camino y es el DEL PROGRESO.

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