“LA
POLITICA LA LIBERTAD DE EXPRESIÒN Y LA CENSURA DE ALGUNOS MEDIOS”
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
Desde que Sócrates fue
penado con ingerir la cicuta, Hipatia a morir lapidada en la antigua
Alejandría o Galileo a abdicar de sus ideas heliocéntricas, ha variado
enormemente la acción coercitiva de los gobiernos y de los medios de
comunicación con los periodistas o profesionales disidentes y críticos con el
poder estatal o religioso. Antes, asesinaban crudamente a aquellos que ofrecían
visiones diferentes a la oficial, sostenida por un rey o sacerdote; luego se
impuso el exilio y, ahora, directamente el veto o la no publicación de sus
artículos de opinión.
Actualmente, existen aún un poco
más de dos docenas de dictaduras en el mundo, que con su capacidad de
movilización y terror, aplacan las voces divergentes en sus gobiernos y
terminan todo intento de levantamiento por parte de sus ciudadanos. Los que no
tienen poderes absolutos, simplemente atacan a los librepensadores para
desprestigiarlos y ridiculizarlos.
A la polémica desatada en
Venezuela a causa del cierre hace 5 años de RCTV, de 34 emisoras de radio, de
intentos terroristas a medios impresos como La Verdad de Maracaibo, el acoso
permanente a Globovisión y a sus
periodistas, se suma ahora la arremetida del gobierno socialista-comunista del
gobernador de Barinas Adán Chávez, hermanito del mismísimo comandante que
gobierna al país, contra los diarios disidentes al gobierno
socialista-comunista y a los periodistas y profesionales valientes que
denuncian la corrupción, la delincuencia y la hegemonía familiar en dicha
ciudad y emiten sus opiniones en las columnas del diario La Prensa de Barinas y
en una emisora de radio regional.
Lamentablemente, muchos de los
gobernadores de Estado socialistas-comunistas o dueños de medios impresos
afines a su ideología, llámese prensa o televisión suponen que los columnistas,
articulistas, escritores, filósofos, artistas y científicos deben opinar de
acuerdo a la línea oficialista o a lo que ellos quieren que se escriba, y que
los intelectuales venezolanos o extranjeros que critican los errores del
gobierno rebolucionario, no entienden de política nacional e internacional, ni
se ocupan de analizar sucesos diarios de regiones lejanas. Lo cierto es que los
que reflexionan necesitan un nivel de información mucho más elevado que la
media de la población y, aunque no sean gurúes ni iluminados, pueden dar
opiniones más abarcantes. El librepensamiento no tiene límites amigos lectores
No debe sorprendernos el nivel de
análisis que realizan los autores cuando se trata de hablar desde la literatura
hispánica en la colonia, pasando por las nuevas teorías cosmológicas de los
multiversos hasta llegar a la situación política en el Norte de África.
Muchos de ellos también militan en
partidos políticos o son representantes diplomáticos en varias partes del
mundo. Algunos, simplemente, se dedican a la crítica, a pesar de no realizar
ninguna aparente militancia. Lo cierto es que, pese a la diversificación del
conocimiento, del cada vez más amplio acceso a la información por parte de los
ciudadanos del planeta, los periodistas, los académicos y los intelectuales
siguen marcando pautas.
Quizás, y no lo pongo en duda
existan columnistas, articulistas de la prensa escrita, escritores o
pensadores, que, con tal de no perder una buena clientela fiel a lo que
escriben, pocas o prescritas veces hacen declaraciones en contra de la mayoría,
en las columnas de opiniones o del propio gobierno que atenta contra las
personas.
Tal vez sean los mismos que
escriben frases robadas o libros que tienden a relatar hechos que muchos
quieren leer, sin más rigor que la propia fama. Lo que debería
preocupar más a las personas es la alabanza o halago de un columnista o
articulista a cualquier gobierno o poder inmoral vigente en el mundo.
Los intelectuales y académicos
están para pensar y discernir, para investigar y proponer; no es tarea de los
pensadores, periodistas, columnistas o articulistas someterse a la voluntad de
los mandatarios, ni de los editores de los diarios, ni mucho menos callarse
ante la inquisición moderna; que muchas veces, está defendida con el silencio
de algunos.
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