“HOY
COMO ANTES HAY QUE DARLE PRIORIDAD A LA EDUCACIÓN DE CALIDAD”
Zenair
Brito Caballero
Cuando era una niña, recuerdo
que el personaje de comiquitas Dick Tracy era un detective del mundo de las
fábulas, cuyo acceso a la tecnología de avanzada era tan solo un viaje a un
mundo de ficción o de leyenda que, décadas después, está cerca de convertirse
en realidad.
El mes de Septiembre
pasado, se ha convertido en el mes favorito de los grandes dueños de las
empresas tecnológicas para el lanzamiento de sus más recientes innovaciones,
con la expectativa de posicionarse como los indiscutibles líderes de lo nuevo,
de lo hot y, por qué no, de ese innovador gadget que
facilitará nuestra existencia.
Con el afán de adelantarse
a su archirrival Apple, Samsung lanzó en el mes de Septiembre un nuevo
reloj-inteligente, que hará posible que experimentemos una nueva dimensión de
portabilidad, y nos convierta a todos en un Dick Tracy de la nueva era.
Guerra comercial aparte,
las adquisiciones han tenido como víctimas a exlíderes como Motorola y Nokia, a
manos de los gigantes Google y Microsoft; no obstante, hay que reconocer que
los grandes ganadores de esta lucha encarnizada hemos sido por mucho los
consumidores, que, en un mundo más sencillo e interconectado que nunca, con una
pequeña tableta, un celular y una conexión a Internet, contamos con una amplia
plataforma de comunicaciones y servicios
Gracias a una cada vez más
barata conexión a Internet, podemos acceder a las más variadas fuentes de
información, recibir correspondencia al instante y compartir fácilmente
documentos e imágenes, y realizar videoconferencias, entre otros.
Sin duda, es un mundo de
ganadores y también de perdedores. Para muchos, una oportunidad; para otros, un
reto por la sobrevivencia, en el que solo quedarán los mejores, más creativos e
innovadores. Hay industrias que, de no cambiar, pueden convertirse, como la
Kodak, en dinosaurios en extinción.
Hay que reconocer que uno
de los grandes aciertos que tuvo Venezuela como país en el pasado fue priorizar
la educación. En 1870 la secularizamos y la declaramos pública, gratuita y
obligatoria y los gobiernos de la época destinaron más recursos para la
educación, lo cual nos permitió tener índices de desarrollo humano competitivos
con el primer mundo, excelente preparación académica y brillantes profesionales
universitarios en todas las ramas del saber.
Hoy finalizando 2013, lamentablemente,
contamos con una brecha de equidad cuyas semillas más profundas están en un
sistema educativo deficiente y de accesos diferenciados. Uno formal y uno
paralelo, con las llamadas misiones.
En el siglo XXI deberíamos
propiciar verdaderos cambios que nos permitan brindarles a nuestros niños y
jóvenes no solo una educación pública de calidad, excelencia y pertinencia,
sino que garantice también el acceso universal a lo último en ciencia, tecnología y comunicaciones, al
bilingüismo, que promueva su creatividad y estimule sus capacidades de
innovación y producción con racionalidad y coherencia.
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