¿QUÉ
PASÓ EN VENEZUELA CON LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA?
Zenair
Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
La
participación activa de los ciudadanos en una sociedad, es condición básica
para el funcionamiento de toda democracia, pero hay diversas formas de participar.
En la democracia representativa el ciudadano se limita a delegar, mediante el
voto, su representación en voceros de unos partidos políticos que como únicos
actores y convertidos en empresas electorales desvirtuaron la esencia de la
democracia y la redujeron a elecciones periódicas; la ciudadanía permanece
pasiva, no actúa, no decide más y ni siquiera controla.
El
poder real no reside en el pueblo. Esta democracia electoral está viciada y
caracterizada por el dominio de unos grupos rojos-rojitos cuyos intereses
tienen poco que ver con los de la mayoría. El resultado de esto son sociedades
plagadas de injusticias y de inequidades de donde se derivan la violencia y la
inseguridad. Los ciudadanos inermes terminan buscando en los dioses y/o en los
brujos solución a tantas calamidades porque no encuentran mecanismos para
influir y modificar un orden de cosas que no les satisfacen
Una
reciente encuesta no politizada ni tarifada por el gobierno, publicada en
Internet y titulada ¿Cómo vamos 2012 además de indicadores y opiniones muy
puntuales sobre economía, salud, educación, transporte y otros servicios
públicos, reflejó otros resultados muy interesantes y preocupantes en
materia de participación y comportamiento ciudadano que son un serio llamado de
atención a políticos y gobernantes y deberían, por eso, despertar gran interés
en los observadores sociales e inspirar nuevas políticas de promoción
ciudadana?.
En
general, la encuesta muestra el deterioro en las condiciones de vida de
muchos pobladores venezolanos que consideran que su economía ha empeorado y les
preocupa enormemente el desempleo, un 35% se considera pobre. La insatisfacción
con los servicios de salud, movilidad, vías urbanas, energía, acueducto y
alcantarillado se incrementó.
Este
descontento ciudadano es un reto. Sin embargo, el gran desafío lo constituyen
la frágil convivencia ciudadana y el divorcio gobierno-ciudadanía que revela la
encuesta. Si bien un 75% de los encuestados se siente orgulloso de la ciudad,
la mayoría podría calificarse como malos ciudadanos que no respetan las normas
ambientales, ni de tránsito, ni de construcción, ni de conexión a servicios, no
usan adecuadamente los espacios públicos y tampoco cuidan ni respetan los
bienes públicos. Comparados los resultados con los de 2012 se observa que ahora
es menos el respeto por los vecinos, por los discapacitados, ancianos, niños y
mujeres y en este contexto el respeto por la vida es el menor lo cual
constituye una verdadera amenaza social y debería alarmar
Sorprenden
otros resultados: Sólo un 47% de los habitantes se reconoce solidario pero un
72% de los mismos no ejecutó en 2012 ninguna acción con miras a resolver un
problema comunitario. Prevalece el individualismo, la consigna parece ser, que
cada cual se las arregle como pueda. Es muy débil la capacidad organizativa, un
74% de los encuestados no participa en ninguna organización social y es casi
nula la capacidad de reaccionar colectivamente ante problemas que afectan a la
comunidad.
En
2012 un escaso 9% formuló peticiones y reclamos en forma organizada y
apenas un 4% asistió a marchas y manifestaciones. De manera similar las
acciones en pro de ideas o proyectos comunitarios son muy escasas. Un 64% no
realizó ninguna acción en este sentido y sólo un 6% hizo parte de organizaciones
de voluntariado. Pero es bueno destacar que el 69% de las personas activas y
solidarias lo hacen convencidas de que es un deber ciudadano. Cualquier acción
para fortalecer estas actitudes debe apoyarse en los estratos medios que así
piensan. En una ciudad donde todos los días se violan los derechos humanos sólo
un 1% pertenece a una organización que los defiende
Las
Alcaldías resultaron severamente cuestionadas. Un 49% de los ciudadanos no sabe
de su existencia y entre los que sí lo reconocen un 53% tiene una imagen
desfavorable y un 39% descalifica su gestión. Este resultado invita a una seria
reflexión
La
democracia representativa hizo crisis en Venezuela y es tiempo de pensar en
promover la participación ciudadana y la democracia participativa que brinde a
los habitantes la posibilidad de intervenir en las decisiones que les afectan
colectivamente, a desarrollar una sociedad más justa y sobre todo más humana
donde prevalezcan la solidaridad, la fraternidad y se fortalezca el sentido de lo
colectivo.
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