ENCADENADOS A LA MISERIA
Zenair Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Los balcones de la vida están cerrados para
muchos ciudadanos. Viven enterrados en la miseria y, lo que es peor, sin
esperanzas de poder salir.
Las preguntas se me amontonan ante esta triste
realidad. ¿Acaso puedo decir que soy feliz si mi semejante se halla encadenado
a la miseria y soy incapaz de liberarlo del suplicio? ¿Acaso puedo vivir
tranquilo ante el dolor de un niño y mirar hacia otro lado? ¿Acaso puedo
sentirme humana sin cultivar la mano tendida? Probablemente, los pobres no
existirían si nosotros fuésemos lo que debiéramos ser, personas de corazón, sin
otro dominio que la de ser sembradores de ternura. La frialdad del mundo es lo
que hoy impera como un obcecado mal sin remedio
.
Todo parece anestesiado en muchos sectores del
país, a pesar del banco de lágrimas que nos atizamos unos contra otros. Se
queman los instantes más inocentes. Indiferentes al río de lamentos proseguimos
la vida. Se siembran imágenes que cimentan el odio y la venganza. Impasibles al
mar de sinrazones continuamos la marcha. A los pobres no se les permite tener
voz. Es lo mismo. Nada importa.
Que hablen los que tienen base y los demás a
aplaudir. El día que los pobres se decidan a romper cadenas, verán cómo Venezuela
cambia. De momento, viven en prisión en un mundo en el que no se les permite
realizarse como personas. Son muchas los seres que se levantan sin saber qué
hacer, dónde ir, y sin nada que llevarse a la boca. Esto es inhumanidad.
El día que los desheredados descubran el engaño
de los poderosos como ya lo estamos percibiendo, y decidan no bajar más la
cabeza y cerrar los ojos, empezaremos a salir de la deshumanización, que es la
más cruel de las crisis. Por cierto, sería bueno para el mundo, que coincidiendo
con el día Internacional para la erradicación de la pobreza que ya pasa sin
pena ni gloria (todos los 17 de octubre), se activase con el voto
multitudinario el próximo 7 de Octubre por EL CAMINO DEL PROGRESO, la lucha por
liberar a las personas que no conocen otros días que las noches. No se puede
vivir sepultado en vida. Nos merecemos todas las oportunidades de saborear la
aurora, con sus ocasos, y luego poder decidir el camino a tomar.
Ya predijo Sartre, en el siglo pasado, que cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren. Lo mismo sucede en el momento actual, en pleno siglo XXI, cuando los ricos y dueños del poder forjan o se inventan la crisis, siempre son los pobres los que pagan la factura del absurdo divertimento.
¡Qué hablen los pobres con sus votos por la
unidad, la libertad y la democracia!, por favor. ¡Qué puedan hablar los
pobres!, sin ser perseguidos. Los que se mueren en las cárceles de la
injusticia. Venezuela tiene riqueza suficiente para todos los venezolanos. Es
cuestión de hacer reparto equitativo. ¡Qué encarcelen a los asesinos de la
compasión!. Y por contra, ¡qué gobiernen los que se toman lo suyo y aún
reparten de lo suyo! Al universo de los civilizados le faltan virtuosos de la
justicia y le sobran arrogantes con poder en plaza.Por eso solo tenemos un
camino: EL DEL PROGRESO
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