EN EL DÍA DEL PADRE
DESPIERTEN PAPÁS DESPIERTEN...
Zenair Brito Caballero (britozenairgmail.com
Zenair Brito Caballero (britozenairgmail.com
Hoy en el Día del
Padre, quiero referirme en este artículo a lo que debe ser un verdadero papá.
Parece que muchos padres están fallando en el proceso de separación, individualidad
y ayuda a los hijos a crear su propia independencia. A eso se le podría llamar lo
que en Psicología se llama complejo de papá gallina.
Es
curioso, lo que pasa es que confundimos lo que es el amor y nos dedicamos a
hacer felices a nuestros hijos, a cumplirles sus caprichos, a resolverles la
vida y no pensamos en prepararlos para una vida dura, así que nuestros hijos
nunca aprenderán a ganarse la vida y a ser autosuficientes. A eso se le llama
hacerlos dependientes e inútiles.
Cada
día los hijos fingen su ayuda en las labores del hogar alegando que su única
responsabilidad es el estudio, pero lo demás depende totalmente de sus padres.
A eso se le llama ser mantenido. En aras de una felicidad mal entendida
queremos llenarlos de cosas materiales, se les compra la mejor ropa o los tenis
mas caros, estudian en las escuelas, liceos y universidades mas caras, dinero
para las fiestas, dinero para sus gastos, un carro si es posible, sin mencionar
otros “compromisos económicos que ellos hacen”; los cuales no se ganan y lo más
grave que ellos piensan que es tu obligación.
A
eso se le llama alcahuetería. Te sacrificas en todos los sentidos para que tus
hijos tengan lo mejor y nunca les quedas bien y lo que recibes por parte de
ellos es: exigencias y egoísmo. Les hemos dado tanto, que se creen Merecedores
de todo… No te piden… TE EXIGEN.
Les
hemos dado tanta atención que se sienten el centro del universo, y cargados de
egoísmo creen que el mundo debe girar a su alrededor y que lo único valioso, importante
y primordial, son ellos. No les hacemos conciencia de su papel como individuos
responsables.
Si
yo como padre cumplo con el compromiso de cubrir sus necesidades personales, de
salud y escolares…. Ellos tienen que cumplir con el compromiso de sacar buenas
calificaciones y colaborar en el hogar. ¿Qué está pasando con las nuevas
generaciones? Si miramos un poco hacia atrás y revisamos los años lejanos o
cercanos a nuestra juventud, todo era muy diferente. No teníamos teléfono
celular… y no pasaba nada. No teníamos computadora… y escribíamos a mano e en
máquina de escribir.
Nos
conformábamos con la ropa que nos compraban y no por eso no nos sentíamos
diferente ni descalificados por no usar la marca X ó Z. Si nos llamaban la
atención, nos negaban un permiso o nos daban con la correa, de ninguna manera
le faltábamos el respeto a nuestro papá, ni mucho menos lo amenazábamos.
Si
nos íbamos a una fiesta o reunión, nos comprometíamos a regresar a una hora
determinada, que teníamos que cumplir te gustara o no, de lo contrario nos
castigaban y no había permiso para la siguiente…Y eso no era motivo para emitir
gritos, zapatazos y azototes de puerta, chantajes o tener durante una semana
sonrisas fingidas o caras molestas…
En
ese tiempo existía un valor muy importante que nos enseñaron desde pequeños y
se llamaba: RESPETO. Ahora no se conoce, no existe, no sabemos en que lugar
estará o detrás de que mueble lo escondimos para que nuestros hijos no lo
encuentren y mucho menos lo practiquen
Habían
valores que eran preponderantes: uno era el orden, el otro la disciplina y otro
la obediencia. Hoy en día, algunos padres no ayudan a la tarea, si no que la
hacen completa, y habiendo tanto libro e información a la mano, además te la
buscan, lo único que les falta es ir a presentar el examen en el salón de
clase.
Y
todo este circo para que el hijo no monte en cólera y no sufra una
deshidratación a causa de sus lágrimas y lo más triste ….. “para mantener la
paz social en el hogar”, donde la solvencia y la autoridad de los padres hace
mucho tiempo no existen.
Y
qué decimos del hogar, donde para evitar conflictos y discusiones, como ya no
funciona aquel estribillo de: a la una, a las 2, a las dos y cuarto como si
fuéramos reloj. O el clásico “voy a contar hasta cinco y llevo tres…” Nos
convertimos en el cómplice de nuestros hijos.
Eso
sí, con la boca callada para no caerles gordos con tanta habladera y no les
permitimos a nuestros hijos que se desgasten ni siquiera recogiendo sus propias
pertenencias. Total para qué (pensamos), ellos por qué, si no tienen culpa
alguna de mis problemas, ellos no pidieron nacer.
A
nosotros no nos sobreprotegían, ni nos solucionaban los problemas, teníamos
libertad hasta para cometer errores, lo cual nos llevó a desarrollar un sentido
de responsabilidad y de identidad…Eso se llama CRECER. Dentro de este proceso
de crecimiento no estaban exentos unos correazos, un manotazo o una que otra
nalgada bien puesta, y todo esto a nadie le ocasionó ningún trauma, por tratar
que obedeciéramos,
En
aquellos tiempos la voz de nuestro padre se escuchaba con respeto, las órdenes
de papá se acataban sin protestar y los consejos de ellos no eran catalogados
como cantaletas, problemas o rollos. Ni le decías a tu papá “ya cállate” o el
famoso “si, hombre, si”.
En
aquellos tiempos los padres ponían los límites, las reglas y las condiciones y
no tenían miedo de que el hijo o la hija les dijeran: es que aquí no me
comprenden, no me dejan ser, tú no te metas o el típico “me voy de la casa” ¿Pues
adonde íbamos a ir que nos trataran mejor que en nuestra casa? En aquellos
tiempos los padres no tenían miedo de llamarte la atención y “que te enojaras”.
Total que tenías dos costos enojarte y volverte a contentar; si no querías
comer, te quedabas con hambre, porque no te daban dinero para comprar
porquerías en una panadería.
Además
para qué, si la mamá se levantaba temprano a prepararte el desayuno. En
aquellos tiempos tus padres no justificaban tus malas calificaciones, ni tu mal
comportamiento en la escuela, ni la falta de respeto a los maestros, ni tu
falta de colaboración y apoyo en tu casa. En aquellos tiempos el padre decía no
y no, quería decir no.
La
figura paterna era muy diferente a la actual, el amor, el respeto y la
consideración…no daban cabida a los actuales calificativos: Mi papá está loco,
ya está chocho, es un egoísta, está neurótico, es un frustrado, y quien sabe
cuántos calificativos más. Mismos que me causan una gran pena, no sé si por
quien los emite o por quien los recibe
Enseñémosle
a respetar a sus semejantes para que cuando tengan su pareja la sepan cultivar
y procurar, (la igualdad entre hombres y mujeres no es faltarse al respeto, ni
tener jerarquías ventajosas), a formar su escala de valores que los harán seres
humanos de bien, útiles a su familia y a la sociedad.
Hagámosles
conciencia que los valores no han pasado de moda ni son piezas de museo, a
quererse a sí mismos para que cuando tengan sus hijos, los amen y eduquen. Para
que tengan credibilidad en la relación de pareja.
Piensa…
¿Qué vas a querer a cambio de un abrazo? Vamos a ponernos las pilas, hagamos de
nuestra escala de valores un estandarte, para que nuestros hijos aprendan lo que es el respeto, el compromiso,
la honestidad, la humildad, la cortesía, la prudencia, la generosidad, el
agradecimiento; y la nobleza de corazón… Que los harán unos seres humanos de
excelencia…
Después
de todo, no es tan difícil, prueba y veras…así que te pido “Hoy en tu día,
despierta papá despierta”
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